La formación en línea del profesorado no universitario


Irene Martínez Pérez
(imartin6@xtec.cat)

¿Asistiremos al nacimiento de la formación en línea del profesorado no universitario? Tendría, indiscutiblemente, muchas ventajas, desde la flexibilidad propia de la formación en línea en los que respecta al seguimiento de los cursos (ahorrando desplazamientos y optimizando el tiempo de dedicación) hasta favorecer la alfabetización tecnológica y la extensión del uso de las TIC en las aulas. ¿Será posible este nacimiento entre los cambios que propone el “Pla Marc de Formació del Professorat”del Departament d’Educació para el quinquenio 2005-2010?

La formación en línea del profesorado no universitario


Irene Martínez Pérez
Professora de la SES Cap de Creus. Formadora de l’ICE de la Universitat de Girona
(imartin6@xtec.cat)

Se ha hablado, y mucho, del “fracaso” en la incorporación de las TIC a las aulas.
Más que de fracaso, yo hablaría de desilusión: después de unas expectativas iniciales muy abiertas, con amplios horizontes, nos hemos encontrado con una alidad en la cual las TIC han crecido en los centros como plantas raquíticas,
faltadas de luz y fertilizante, en lugar de formar los frondosos jardines que habíamos imaginado.
También se ha hablado mucho del porqué: que si falta de equipamientos e infraestructuras o fracaso en la formación e implicación del profesorado. A pesar de los recursos invertidos en los últimos años por la SGFP para la alfabetización tecnológica del profesorado, los resultados no han sido muy satisfactorios. En todos los claustros que conozco hay profesores (y no uno o dos) que todavía no se atreven con el ordenador. ¿Y por qué? Porque no lo necesitan.

El problema, es verdad, es complejo. Pero la reflexión me llevó a una idea: si queremos que las TIC se extiendan en el mundo educativo lo primero que hay que hacer es crear la necesidad. En un mundo en el cual nos hemos de estar formando continuamente (tanto si hacemos cursos como si no) priorizamos y, claro, lo hacemos en función de nuestras necesidades.
¿Por qué un profesor tendría que cambiar su manera de trabajar en el aula y pasar de la pizarra tradicional a la electrónica? La clave no está en saberla utilizar o no, ni siquiera en tenerla o en no tenerla (aunque es evidente que ambas cosas son necesarias); la clave está en la necesidad: si me doy cuenta de las ventajas que ofrece, si las experimento y las “vivo”, ya no podré renunciar a ellas. Las TIC se aprenden utilizándolas.

Estoy convencida de que una de las maneras para conseguir que el profesorado viva en primera persona las ventajas que puede suponer la incorporación de las TIC en las aulas es participar en cursos telemáticos. Pero no en cursos telemáticos de autoformación (aquellos en los que el participante está solo ante unos materiales y unos plazos) sino cursos de formación en línea en los cuales se puedan crear comunidades activas de aprendizaje. Creo que en la formación del profesorado
estamos llegando muy tarde a la formación en línea que tendría, en este ámbito, dos aspectos muy positivos:

  • Ofrecer flexibilidad temporal y espacial al profesorado para realizar cursos de formación.
  • Posibilitar que el profesorado experimente las TIC de una manera activa, conseguir un contacto útil y significativo en el cual las TIC lleguen a ser una herramienta lo más transparente posible y no un obstáculo difícil de superar.

Sin embargo, ofrecer cursos en línea de formación del profesorado no es algo que se pueda hacer de hoy para mañana. Necesitamos:

  •  Una plataforma tecnológica que nos permita crear nuestra aula virtual, el espacio para que la comunidad de aprendizaje se desarrolle.
  •  Unos formadores que conozcan la metodología y las estrategias necesarias para conducir estos cursos en línea, diferentes a las que se utilizan en la formación presencial.
  •  Unos materiales diseñados específicamente para este tipo de formación.

UN PROYECTO PARA LA FORMACIÓN EN LÍNEA DEL PROFESORADO
Con esta idea inicial, ¿cómo podríamos imaginar un proyecto de formación en línea para el profesorado? Supongamos que hemos realizado un estudio de necesidades formativas del profesorado y que hemos detectado qué cursos sería conveniente ofrecer y, de ellos, qué cursos son adecuados para ser ofrecidos en la modalidad en línea. El proyecto tendría que constar de, al menos, tres fases (con la correspondiente evaluación).

Primera fase
En una primera fase habría que seleccionar una plataforma para construir el aula virtual. Algunos proyectos han destinado una gran cantidad de recursos económicos en este punto, adquiriendo los derechos de uso de plataformas comerciales. Sin embargo, actualmente existen plataformas de software libre de gran calidad como Moodle que se ajustan perfectamente a las necesidades del proyecto y con unas potencialidades muy superiores a plataformas bien establecidas en el mercado.
Una vez seleccionada la plataforma es necesario diseñar y elaborar los materiales de un curso de formación de formadores virtuales y disponer de un formador (o un equipo de formadores) inicial para conducirlo.

Segunda fase
Una vez se disponga de un equipo de formadores preparados para conducir cursos en línea, sería necesario elaborar un curso de diseño de materiales formativos de manera que estos formadores dispongan del contexto adecuado para elaborar los materiales de los cursos de formación del profesorado.

Tercera fase
En esta fase estaríamos ya en disposición de ofertar los cursos en línea al profesorado interesado.
En estos momentos, el ICE de la UdG tiene en marcha un proyecto de este tipo en el cual nos encontramos al final de la primera fase. El curso experimental de formación de formadores se está desarrollando con una buena participación y un rendimiento muy bueno de la plataforma de software libre Moodle (superior al de otras plataformas comerciales como WebCT en opinión de los propioss pa rticipantes en el curso).

Otras universidades iniciaron el curso pasado su andadura en la formación en línea del profesorado (por ejemplo la UB, con su proyecto “CLIP-ICE ”) ¿Estamos asistiendo al nacimiento de la formación en línea para el profesorado no universitario? Es posible… y muy deseable. Sin embargo, hemos de tener en cuenta que nos encontramos en tiempos de cambio. El nuevo “Pla Marc de Formació del Professorat ” para el quinquenio 2005-2010 propone cinco ámbitos prioritarios de actuación entre los cuales se encuentran las TIC (los otros cuatro son: escuela inclusiva, currículum e innovaciones, mejora personal y profesional y gestión de ntros y servicios educativos; por cierto, los mismos ámbitos que centran el concurso de licencias retribuidas para trabajos de investigación y estudios para el curso 2005-2006). Así pues, a lo largo de estos cinco años la alfabetización informática y la aplicación de las TIC al proceso de enseñanza-aprendizaje serán algunos de los ejes de la formación del profesorado. Parece pues que, en este marco, favorecer la formación en línea del profesorado tendría que ser una actuación prioritaria.

Paralelamente, el mismo “Pla Marc” recoge una serie de consideraciones importantes, entre ellas que la formación del profesorado no ha de seguir el modelo “experto-inexperto” sino otros modelos que inviten a compartir experiencias y a trabajar conjuntamente. Esto encaja perfectamente con la metodología de la formación en línea en la cual el “estudiante” (es decir, el profesor participante) asume un papel activo e interacciona con el resto de estudiantes para crear comunidades activas de aprendizaje en las que el formador actúa más como un guía de este aprendizaje que como un transmisor experto de conocimientos.
Bien, pues parecería que estamos en un momento inmejorable para implantar un modelo de formación en línea del profesorado no universitario. Parece incluso que existe la voluntad de organizar, con el apoyo del Departament d’Educació, una escuela virtual de verano en la cual participarían diversas asociaciones vinculadas al uso de las TIC en el aula, como la asociación Espiral.

Sin embargo, quedan muchos interrogantes abiertos, especialmente por los cambios en el modelo de gestión de la formación del profesorado que el propio “Pla Marc” recoge. La gestión de los cursos (desde la detección de las necesidades formativas hasta la definición de la oferta y su elaboración) pasa a depender de los Centros de Recursos Pedagógicos. Por su parte, los ICE de las universidades pasan a tener funciones de supervisión de la calidad de los formadores de los cursos y apoyo a la innovación y la investigación educativa, haciendo de puente entre el mundo universitario y el no universitario y divulgando las innovaciones que resulten de la investigación educativa que protagoniza la universidad.
Así pues, se avecinan cambios, sí, pero, ¿cómo cristalizarán? ¿Se conseguirá definir un modelo para la formación en línea del profesorado? ¿Quién dibujará las líneas de actuación? ¿Cómo se seleccionarán los formadores? ¿Continuaremos pagando por el uso de plataformas, que desvían recursos necesarios, o se utilizarán plataformas de software libre? ¿Cómo se garantizará la calidad de los materiales y de la formación? Y algo muy importante y que no debemos olvidar ¿cómo se incentivará la participación del profesorado en estos cursos?

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